Al despertar, en una mañana fría de otoño miras al exterior, el prado y los árboles parecen ser de otro mundo. Como si alguien hubiera llegado durante la noche para rociarlos de azúcar glass: es, naturalmente, la escarcha.

Si crees que el agua sólo es líquida, te equivocas. Puede ser un gas invisible, llamado vapor, que se halla suspendido en el aire. También puede ser sólida: el hielo. La escarcha es una clase de hielo.

Durante una noche clara y serena, el calor se desprende del suelo. Éste se enfría junto con el aire cerca del suelo. Si el aire se enfría a un grado determinado, el vapor de agua en contacto con cualquier superficie fría, como una hoja o el cristal de una ventana, cambiará de estado. Cuando la temperatura es de 0 grados centígrados o más baja, el vapor se convierte directamente en cristales de hielos: la escarcha.

El aire caliente que sale de la boca en un día frío se convierte instantáneamente en escarcha. La escarcha se forma también en los árboles. La temperatura del aire desciende lo suficiente como para que el vapor de agua se convirtiera en escarcha.