Con energía suficiente para encender miles de focos, los relámpagos destellan en el cielo. Los científicos piensan que los relámpagos se forman en las nubes cargadas de electricidad. En estas nubes, gotas de agua, cristales de hielo y partículas de polvo chocan entre sí.  Se frotan y luego se separan generándose energía entre ellos, es decir, se forman cargas positivas o negativas.

Las partículas pequeñas generan cargas positivas, y las grandes generan cargas negativas . Las cargas positivas se concentran en el centro y en la parte de arriba de las nubes. Las cargas negativas, más pesadas, caen hasta abajo, convirtiéndose entonces la nube en una batería gigantesca, con carga positiva en la parte de arriba y carga negativa abajo. Las cargas iguales se repelen y las cargas opuestas se atraen; así, las cargas opuestas en la nube se atraen. Pero como el aire es un mal conducor de electricidad, separa las cargas impidiendo que se unan.

¿Qué ocasiona los relámpagos?

Cuando se almacenan las suficientes cargas opuestas en la nube, se unen súbitamente y producen el relámpago.

Por lo común el relámpago salta de una parte a otra de la nube. A veces de una nube a otra. Otras veces, se pierde en el aire. Una terera parte de las veces, cae sobre la Tierra. Los científicos no saben como predecir qué trayectoria seguirá el relámpago ni donde caerá exactamente. ¿Por qué un relámpago no choca contra la Tierra más a menudo? Porque la gruesa capa de aire entre las nubes y la Tierra impide que pueda hacerlo.

Cuando el relámpago perfora el cielo, calienta el aire a su paso a temperaturas de hasta de 29,982 grados centígrados. Instantáneamente, el aire explota en una serie de ondas cuyo estruendo o estallido, que conocemos como trueno, llega a nuestros oídos.